martes, 4 de abril de 2017

( 293 ) El teatro también existe

     En estas páginas hemos hablado varias veces de películas que tratan el mundo de las matemáticas (entradas sobre una sóla película o sobre varias). Pero resulta que el que esto escribe es un forofo del teatro. Soy consciente que las entradas sobre teatro tienen todas las de perder por dos motivos fundamentales, ambos relacionados con la posibilidad de conservación de las películas. Un motivo para quien lee la entrada conociendo de lo que se habla y el otro para quien lee la entrada sin conocer de lo que se habla. Expliquemos esta frase.
Gente viendo teatro
     El primer motivo, el cine es el espectáculo de masas por excelencia y por lo tanto la cantidad de gente que ha visto una película es mucho mayor que la cantidad gente que ha visto un montaje teatral. Esto tiene que ver con la conservación de las películas porque esa conservación permite ver la misma película en cientos de salas a la vez, mientras que el montaje teatral sólo puede verse allí donde están los actores. Se puede alegar que una misma obra se podía representar en cientos de salas con montajes distintos pero, aparte  de que esa multiplicidad de montajes no se da, desgraciadamente ya no es lo mismo. Una diferencia es la calidad: no todos los montajes resultan iguales y eso lo vemos también en cine cuando se intenta actualizar una película de éxito y el resultado es una película infumable. Otra diferencia es la economía: en teatro hay que pagar todos los montajes (decorados, actores, etc..) lo que supone que cada uno de ellos tiene poco presupuesto en comparación a la película, que sólo se paga una vez y luego se reproduce, con lo que las imágenes que se crean pueden ser mucho más realistas (si hay que hundir un barco se hunde). Es un hecho que en cine ves (en pantalla, pero lo ves) lo que en teatro te imaginas.
Gente viendo cine
     El segundo, cuando escribes sobre una película que el lector no ha visto y consigues picar su curiosidad, este puede intentar verla con una probabilidad de éxito bastante alta. Incluso en una ciudad del tamaño de la nuestra, Valladolid, hay películas que duran en cartel varias semanas e incluso si ya ha huido de la cartelera actualmente hay otros medios técnicos (y esto de nuevo tiene que ver con la conservación de las películas) que permiten verla. Cuando hablas de un montaje de teatro, si el que escribe lo ha visto en Valladolid la posibilidad de volver a verlo un tiempo después para los que también viven en Valladolid es bastante escasa.
     Pues pese a todas estas circunstancias en contra que acabo de mencionar, ha dado la casualidad que el principal teatro de nuestra ciudud, el teatro Calderón ha puesto en escena en este mes de marzo dos obras de teatro donde se mencionan las matemáticas. Las dos, montajes muy bien recibidos por la crítica especializada, que suele decirse. Y no es que hablen de una suma o un producto, sino que aparecen dos personajes (uno en cada obra, supongo que se entiende; tampoco podíamos esperar mucho más) que son matemáticos profesionales y que dedican un espacio relativamente abundante a hablar de su trabajo, Ni que decir tiene que los que no son matemáticos profesionales son los autores de las obras (al menos que yo sepa) y lo que dicen los personajes es, o al menos puede ser, muy discutible. No discutiremos todo lo posible; después del espacio ya empleado, terminaremos esta entrada con un breve comentario de las dos obras y las matemáticas de las que hablan. Total, como ya hemos dicho, va a ser difícil que los lectores del blog puedan ver, antes o después de leer esto, los montajes teatrales, así que nuestras opiniones gozarán de una especie de impunidad que no tuvieron los que aquí han hablado de películas (por fin el teatro sale ganando en algo).
      La primera obra de la que hablaremos es "Incendios", del canadiense Wajdi Mouawad. En realidad en su entrada de la wikipedia le definen como "escritor, actor y director de teatro canadiense" pero aclaran que ha nacido en el Líbano, en Beirut más concretamente, y que su familia salió huyendo de allí cuando él tenía ocho años por los "conflictos civiles que asolaron el país" para instalarse definitivamente cinco años más tarde en Quebec. Por si alguien lo duda, y dado que algo tiene que ver con la obra, aclaramos que "conflictos civiles que asolaron el país" es una forma de llamar a asesinatos, matanzas, violaciones, torturas y muchas otras muestras del horror que el hombre puede llegar a desatar. La obra es un texto duro y profundo, una tragedia en toda la extensión de la palabra, que el periódico el País califica en su crítica como "obra clave en el teatro del siglo XXI". El comienzo: una mujer ya anciana, instalada en un país desarrollado, Nawal Marwan, entretiene su ocio siguiendo los juicios que realiza un tribunal interncional sobre los conflictos civiles que asolaron su país de origen. Un día decide dejar de hablar y cinco años después, cuando muere, en su testamento encarga a sus hijos gemelos (chico y chica) que busquen a su padre (que siempre les había dicho que murió antes de que pudieran salir de su país) y a su hermano (que los gemelos ni siquiera sabían que existía). Pues bien, la hija que acabará embarcándose en la busqueda que su madre le pide es profesora de matemáticas en la universidad. Una de las primeras escenas en que la vemos es la presentación de su curso de matemáticas discretas en un master, más concretamente, de teoría de grafos y habla del grafo de visibilidad de un polígono. Más adelante, en un momento de tensión, cuando su hermano le echa en cara que la vida real no tiene nada que ver con la lógica que ella encuentra en las matemáticas aparece otro problema matemático: la conjetura de Collatz, también llamada la conjetura 3n+1.
     Por no alargarnos mucho, enviamos a quien quiera saber más de las matemáticas de las que habla o de su relación con la historia de Nawal a una excelente entrada que sobre esto ha escrito la matemática y divulgadora Marta Macho. Y terminamos diciendo que aunque no será fácil para nuestros lectores ver a Nuria Espert, Ramón Barea, Laia Marull y el resto del estupendo reparto que pasó por el Teatro Calderón, se pueden hacer una idea de la historia viendo la película Incendios que Denis Villeneuve ha dirigido sobre la obra de teatro (y que se llevó el premio del público en la seminci vallisoletana; ya veis, después de tanto quejarme de que el teatro no es cine y acabo enviando a los lectores a una película).
     La otra obra es "La estupidez", del argentino Rafael Spregelbud y en cierta forma es todo lo contrario de la obra anterior. Es una comedia disparatada y absurda de ritmo trepidante en la que cinco actores representan a dos docenas de personajes que aparentemente quieren reflejar la estupidez de la mayoría de las personas, si no de todas, en este mundo que vivimos. Quizá los mas conocidos del reparto que vino a Valladolid son Fran Perea y Toni Acosta. La escena se situa en varias habitaciones de moteles de Las Vegas (como se puede suponer siendo teatro, siempre es la misma habitación con algun pequeño detalle que cambia, como un cuadro, para indicar al espectador que debemos pensar que vemos otros muebles, otro baño, otras paredes) y entre sus personajes hay policías, timadores, mafiosos, jugadores de ruleta y también, y por eso estamos hablando de esta obra, un matemático. Que aparece bastante, hasta el punto de que la crítica de El País hace alusión al teorema que este matemático ha descubierto. Y en la publicidad de la obra se habla de una ecuación (ver punto 9 del decálogo).

     Porque, como decimos, este matemático ha hecho un gran descubrimiento, ha resuelto la ecuación  Lorenz (debemos entender que se refiere a las ecuaciones de Lorenz, un sistema de ecuaciones difrerenciales que aparece en la teoría del caos). Pero no quiere darlo a conocer aún (pese a que se hijo, que debe dinero a unos mafiosos, le presiona para que acepte las fortunas que le ofrecen; aquí se ve claramente que es obra de ficción, a un investigador matemático le ofrecen fortunas por publicar sus descubrimientos) porque sus métodos no pueden aplicarse todavía. Exigen una mayor capacidad de cálculo (¿serán métodos numéricos?, nuestra obra ya no llega a aclarar eso) que la que tenemos actualmente y en concreto, precisan de la computación cuántica, algo que aún no tenemos pero que llegará pronto. Lo cierto es que la creación de un nuevo tipo de ordenadores, aunque es un tema tan interesante que hasta algunos políticos lo conocen, puede parecer un tema no demasiado matemático (de física, de ingeniería), pero se ha desarrollado ya mucha matemática en previsión (para cuando ese tipo de ordenadores sea una realidad).
El brillante matemático (en el centro) con su mujer y su hijo
     Debemos reconocer que las matemáticas de verdad aparecen muy brevemente en el texto. La escena más larga relacionada con las matemáticas es más humorística que real y es una entrevista que el brillante investigador hace a un posible discípulo suyo, precisamente para que lo sea (quiere reclutar un discípulo más joven que él para que aprenda sus resultados y los guarde hasta que las computadoras cuánticas sean una realidad). No vamos a detallar esa escena, que esta entrada ya viene siendo muy larga, y nos limitamos a decir que presenta a los matemáticos como seres capaces de pasarse años viendo gotear un grifo para buscar patrones en la distribución aparentemente aleatoria de la caida de las gotas, e incluso discutir sobre los patrones encontrados (y buscar esos patrones en el paso de asteroides que orbitan en planetas lejanos).
     Y como de esta obra no conocemos ninguna película, terminamos con el vídeo promocional que hay en la red sobre este montaje. Para ver si así os hacéis un poco más una idea de qué va la obra.