Al final de bachillerato, cada alumno se ve obligado a
elegir qué hacer con su vida futura. Quien elige estudiar una carrera se ve
desbordado ante la ingente oferta de estudios, la cual aparece las más veces
sin explicar, de forma que no se sabe muy bien en qué consiste cada carrera.
Entre todas las opciones está la de estudiar matemáticas, carrera a menudo
incomprendida y denostada, vista como una elección extraña, si bien el número
de quienes se decantan por ella parece estar en aumento.
Con esta entrada
presentamos las razones que llevaron a varios profesores de matemáticas de la
universidad de Valladolid a escoger esta carrera, así como consejos que estos
dan para quien se esté planteando hacerlo.
El profesor Severo Ochoa en 1959 |
Cabe explicar, antes de seguir, que la carrera en la época
en que estudió era bien distinta (terminó de estudiarla en 1977). Existía un
primer año genérico para todas las carreras científicas y técnicas, en las que
se estudiaban diversas ciencias, como biología, física o matemáticas. De esta forma el alumno podía asegurarse de si
su carrera era la apropiada para él antes de proseguir sus estudios. En cursos
superiores, que ya se centraban en matemáticas, se impartían unos estudios
orientados hacia la docencia, profundizando en los fundamentos y “machacando”
cada concepto. Ahora mismo esos fundamentos se han aligerado para dejar paso a
enseñar conceptos más prácticos, estando así la carrera más orientada hacia
resolver problemas y no tanto hacia la docencia.
Como consejo para quien se vea tentado de estudiar
matemáticas; lo mejor de esta es la
belleza de los razonamientos abstractos y los resultados contundentes y
absolutos. Es, de hecho, la única ciencia en que se puede estar seguro de que
las cosas son como pensamos que son. Un físico nunca podrá decir que un átomo
es de una cierta forma, sino que podría ser de una determinada y que los
procesos conocidos cuadran con ese sistema. Al mismo tiempo la física es un
estudio más directo de la naturaleza, y si eso es lo que se busca tal vez sea
mejor opción. Las matemáticas reservan su fijación en la naturaleza para ver qué
área necesita estudio.
La segunda persona es Javier Sanz Gil. El suyo es un caso un
tanto distinto a los demás; si bien siempre le gustaron las matemáticas no
había razones de peso que le motivasen a estudiar esa carrera, cuando tuvo que hacer la
elección no había, como ahora, programas para darle publicidad; además esta se
veía como destino exclusivo para profesores. En su lugar la ingeniería estaba de moda, y
movido por los consejos de la gente de su entorno se decide a estudiarla.
Desde el primer curso se encuentra dificultades para seguir las asignaturas, especialmente las de física, y sin embargo disfruta de las de Matemáticas apreciando los razonamientos y procedimientos rigurosos, así como la resolución de problemas. Por no rendirse nada más empezar aguanta un curso más, y en su segundo año de ingeniería ve claro que no es su carrera.
Desde el primer curso se encuentra dificultades para seguir las asignaturas, especialmente las de física, y sin embargo disfruta de las de Matemáticas apreciando los razonamientos y procedimientos rigurosos, así como la resolución de problemas. Por no rendirse nada más empezar aguanta un curso más, y en su segundo año de ingeniería ve claro que no es su carrera.
A quien se plantee estudiar matemáticas le dice que es una carrera que requiere que
le gusten las matemáticas, disfrutar con los razonamientos abstractos. No basta con que vaya a gustarte un empleo que se vaya a
conseguir con estos estudios, tienen que gustarle ahora.
Entrega de la medalla Field a Maryam Mirzakhani |
Para quien se plantee estudiar matemáticas, aparte de como ya se ha dicho no dejarse amedrentar por quien diga que es muy difícil (y más si se dice por ser mujer quien se lo plantee), y aunque pueda parecer (sin serlo) contradictorio, es una carrera difícil, la cual requiere que te guste la materia.
A parte de todas las oportunidades laborales que brinda, lo
más destacable es la forma de pensar que desarrolla, la cual hace difícil
engañar a un matemático. Además, incluso trabajando en una empresa, con un uso
limitado de las matemáticas, la forma de pensar y plantear problemas es algo que
se aprecia mucho.
Presentamos al último profesor: Cesáreo Jesús González Fernandez.
Le empezaron a gustar las matemáticas con 4 años, y con 5 ya
sabía hacer divisiones de dos cifras. Desde entonces siempre supo que eso era
lo que quería para mí, salvo un pequeño periodo a los 14 años. Por esa época le
dio por la filosofía. Leyendo un par de libros de Rusell, se dió cuenta de que
la lógica y las matemáticas eran muy parecidas.
Nunca trabajó fuera de la universidad, cuando acabó la
carrera no había trabajo para un matemático en empresas españolas, y aunque
pudo haberse ido al extranjero no se lanzó a hacerlo.
También nos cuenta que el mundo laboral ha cambiado
notablemente, en su época la carrera estaba destinada casi exclusivamente hacia
la docencia, mientras que ahora solo el 30% se dedica a ella y el resto va a
empresas.